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Onetti, novelista de las sinrazones de la vida (página 2)



Partes: 1, 2

En la novela con
respecto al tratamiento del tiempo se
ignora toda linealidad y se descompone esa apariencia de quietud
en una pluralidad de presentes, pasados y porvenires acaban
existiendo simultáneamente. Ello es una tentativa de
contar las cosas como son que es casi siempre como la recordamos
o imaginamos; pues en la conciencia no
existe linealidad absoluta del tiempo. Ello se puede ejemplificar
cuando la hija de Petrus, dueño del astillero, viene a
reclamar sus derechos como novia de
Larsen, pues el autor en un primer capítulo solo hace
referencia al hecho y a las consecuencias del mismo, pero es solo
después unos capítulos más avanzado el
argumento cuando recrea con lujos y detalles lo sucedido
realmente. También el inicio de la novela no se
corresponde con el inicio de los acontecimientos, este solo se
revela ya empezada le historia.

Esta pluralidad fragmentaria del libro que se
evidencia desde la estructuración del índice
(varios capítulos con el mismo título y en
ocasiones coinciden en un capítulo diferentes
títulos), nos sugiere que es así como se perciben
de verdad las cosas, con una mezcla de conocimiento,
de olvido y de imaginación. La casualidad, las
discontinuidades, las historias reveladas a medias, como los
amoríos
de Larsen con la esposa de Gálvez, con la hija de Petrus;
Angélica Inés, y con la sirvienta de esta,
Josefina, las informaciones tardías que al cabo del tiempo
dan sentido a la historia ya contada como la enfermedad de
Angélica I., a la cual se hace referencia en el
capítulo: Santa María II, y luego son recordados
los hechos que la causaron en su niñez en Santa
María IV, lo referente al Chamamé
y su relación con la vida nocturna de Gálvez (El
astillero, pp 155-165), y el documento falsificado por Petrus en
manos de Gálvez, mencionado en el capítulo El
astillero III La casilla III y tema que luego vuelve a reaparecer
y a determinar la historia en El astillero IV, equivalen en
literatura a esas
líneas y manchas de la pintura que
solo llegan a existir como paisajes o rostros en la retina y en
la imaginación visual del espectador: Es en nuestra
imaginación donde acaban de construirse las historias,
solo así se descubren las resonancias interiores entre
historias y personajes.

Es evidente, además, la visión
novelística múltiple, la movilidad del punto de
vista narrativo, la visión simultánea, en varios
estadíos narrativos y temporales, pues como ya hemos
expuesto con anterioridad la novela está compuesta por
fragmentos. La historia es narrada por un personaje-testigo, un
narrador intradiegético, o sea, Onetti alinea
sistemáticamente un yo narrativo legal, supuestamente
autobiográfico, que se encarga de transmitir y captar los
rasgos de la trama social circundante con limitadas
prerrogativas, trama que como ya dijimos llega con frecuencia
fragmentada, interpuesta, demorada, ambigua y condicionada por la
contrafigura autora.

En resumen, podemos afirmar que no hay intriga
propiamente dicha, nada definitivo llega nunca a anudarse ni a
desanudarse, como es el caso del final del libro donde quedan
expuestas dos opciones lo que en ambas el héroe siempre
muere. Símbolo del deterioro, de la tradición del
tiempo, del paraíso perdido que está en la
posibilidad mítica del amor, la huida y la inocencia, pero
al decir de Eduardo Tijeras[4]es solo eso, una
posibilidad mítica.

Como cimiento a todo ese mundo de ilusiones
muertas, de personajes solitarios, fracasados, inmersos en un
ambiente de
fatalismo, de pesimismo, de desmoralización; la novela se
desarrolla en recintos clausurados y en ocasiones la acción
queda encerrada en la noche, ejemplo: largas reflexiones de
Larsen sobre su funcionalidad como gerente de un
astillero en ruinas dentro de una oficina
también en ruinas, veladas de Larsen, Kunz, Gálvez
y la mujer de este
último en la miseria de su casucha, conversación
entre el protagonista y el doctor Díaz Grey donde queda
reflejada toda la desesperanza y desinterés del
inútil gerente: no hay sorpresas en la vida, tiene
razón; por lo menos para los hombres de veras, nuestra
manera de vivir es una falsa. (El astillero, pág-105).

El autor logra desnudar intimidades a
través de monólogos y demostrar la realidad desde
diferentes perspectivas y planos espaciales y temporales, ello a
través de meandros introspectivos donde se manifiesta la
resignación, la derrota del ser humano: Lo único
que queda por hacer es precisamente eso: cualquier cosa, hacer
una cosa detrás de otra, sin interés,
sin sentido, como si otro le pagara a uno por hacerlas y uno se
limitara a cumplir en la mejor forma posible, despreocupado del
resultado final de lo que hace. Una cosa y otra y otra cosa,
ajenas, sin que importe que salgan bien o mal, sin que importe lo
que quiere decir. (El astillero, pág-74).

También en su afán de mostrar esos
personajes fracasados, aislados, solos, se hace admirable,
desaforado y trágico el sueño de Jeremías
Petrus de edificar un puerto y gran astillero en las orillas
cenagosas del río: Espero que todo marche bien en el
astillero. Estamos al borde del triunfo, cuestión de
días. ( El astillero, pág-111), como el
sueño de Larsen: enumeraba las pequeñas tareas que
había cumplido durante aquel invierno, como para convencer
a un indiferente testigo, de que la desguarnecida
habitación podía confundirse con el despacho de un
Gerente General de una empresa
millonaria y viva y su mantenida voluntad de suponer un centenar
fantasma de obreros y empleados. (El astillero, pág-142).
Ambos personajes memorables por la vehemencia con que se atreven
o cuidarlos y a llevarlos a cabo, imperturbables frente a la
realidad, incluso frente a la desgracia, el ridículo y la
ruina.

Onetti a todos sus cuentos y
novela logra ubicarlos en un mismo espacio imaginario. Presenta
en una narración el porvenir o el pasado de un personaje
que conocimos ya en otra, ejemplo: el doctor Díaz Grey que
apareció en La vida breve (referencias que ocasionan
resonancia en la memoria de
los personajes y lectores), también en Tan triste como
ella donde hay una falta absoluta de referencias exteriores y
hasta de nombres, con una simple información de apariencia neutral (descripción de una casa apartada, rodeada
de muros, alejada del agua de las
playas que había bautizado el viejo Petrus) logra situar
al lector en uno de los paisajes de Santa María donde se
construyó el fracasado astillero, nos devuelve entero el
recuerdo de El astillero , también con Larsen se completa
la caracterización de un personaje que apareció en
Juntacadáveres. Hay una polifonía de voces y
narraciones que se van agregando las unas a las otras,
revelándose como por sí mismas en el proceso de la
invención.

De forma general sus personajes están
dentro de un mundo de ficción que solo contiene algunos
datos de la
realidad maltratada. No rehuyen la vulgaridad cotidiana, ni las
muletillas del coloquialismo vernáculo, sino que se mueve
en un plano que tiene de irreal, de alucinado, hay una
formación onírica de la existencia, como ya han
señalado los críticos.

El autor parece ver en la raíz misma del
ser humano la inevitabilidad de su autodestrucción, de su
propio derrumbe. Larsen se crea un sueño, se inventa una
realidad que el mismo sabe que no existe ni existirá y que
lo llevará a su fracaso. Es reflejo de una fatalidad
genérica toda esta narración donde la realidad esta
envuelta en una atmósfera tan densa
de imaginación que no se ve el fondo, donde Larsen no es
una figura aislada, un individuo,
sino el Hombre, es
todos nosotros, es también el propio Onetti; que ha
reflejado artísticamente su actitud
solitaria, corroída, melancólica, deshecha,
diagnóstico de la derrota total. Aunque a
la vez, con la opción de otro final, donde la muerte
llega igual pero después, hay un instinto de piedad hacia
ese ser humano que para Onetti siempre es derrotado: Siempre fue
así: es mejor que tocar madera o
hacerse bendecir; cuando la desgracia se entera que es
inútil, empieza a secarse, se desprende y cae. (El
astillero, pág-74).

Bibliografía

– Heras León, Eduardo. com, (2001): Los
desafíos de la ficción (técnicas
narrativas). Casa Editorial Abril. Ciudad de La Habana.

– Anderson Imbert, Enrique (1954): Historia de la
Literatura Hispanoamericana II. Editorial Félix Varela. La
Habana, 2003.

– Grande, Félix: «Onetti» en
Cuadernos Hispanoamericanos 529/30, julio-agosto 1994, Instituto
de Cooperación Iberoamericana. [ICI].

– De la Peña, Pedro J.: «Onetti y la
realidad del silencio» en Cuadernos Hispanoamericanos 416,
febrero 1985, ICI.

– Tijeras, Eduardo: «Cuentos de Juan Carlos
Onetti» en Cuadernos Hispanoamericanos 532, octubre 1994,
ICI.

– Quiroga Clérigo, Manuel: «Onetti
el (incansable) lector» en Cuadernos Hispanoamericanos 555,
septiembre 1996, ICI.

– Onetti, Juan Carlos: El astillero, Casa de Las
Américas. La Habana.

 

 

 

Autor:

Madelaine Guerrero Vázquez

[1] Confróntese Anderson Imbert,
Enrique: Historia de la Literatura Hispanoamericana II,
Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.

[2] Véase De la Peña, Pedro J.:
"Onetti y la realidad del silencio", en Cuadernos
Hispanoamericanos 416, febrero 1985, Instituto de
Cooperación Iberoamericana.

[3] ibidem

[4] Ver Tijeras, Eduardo: "Cuentos de Juan C.
Onetti" en Cuadernos Hispanoamericanos 532, octubre 1994,
Instituto de Cooperación Iberoamericana

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